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Edomex: Confrontación de poderes... y de maniobras ilegales

Los comicios del próximo 4 de junio en el Estado de México marcarán el resultado de los presidenciales de 2024, dado el peso de la entidad en el padrón nacional y su importancia económica y política para las principales alianzas contendientes.

Los comicios del próximo 4 de junio en el Estado de México marcarán el resultado de los presidenciales de 2024, dado el peso de la entidad en el padrón nacional y su importancia económica y política para las principales alianzas contendientes. En medio de campañas anticipadas, la presencia de grupos armados en el sur del estado y la probable intervención ilegal de los aparatos administrativos federal y mexiquense, el desafío del IEEM y el INE será garantizar la imparcialidad de las autoridades y el respeto al voto.

Las elecciones del próximo 4 de junio en el Estado de México tendrán una repercusión nacional histórica: sus resultados marcarán la tendencia del escenario nacional del año próximo, con el encumbramiento de Morena si Delfina Gómez logra la proeza de sepultar al PRI con todo y su Grupo Atlacomulco de casi un siglo, o el reposicionamiento del tricolor si Alejandra del Moral logra revivirlo.

Los pronósticos en ambos sentidos son reservados, aunque si en algo coinciden los expertos es que se trata de los comicios más trascendentes del último siglo, ya que el estado tiene un peso electoral de casi 13 millones de electores potenciales (11% de la lista nominal nacional), ingresos anuales superiores a 350 mil millones de pesos y casi 18 millones de habitantes que implican contribuciones exorbitantes.

Amalia Pulido, la nueva presidenta del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), reconoce que los retos del árbitro electoral del proceso no sólo están en preparar las más de 20 mil 300 casillas que serán instaladas el día de la jornada y en capacitar a los más de 100 mil ciudadanos que participarán directamente en las Mesas Directivas de Casilla, sino en garantizar la equidad en el proceso, así como la seguridad en regiones de riesgo, como en el sur del territorio (Proceso 2378).

Otras metas son evitar la filtración de fondos provenientes del crimen organizado en las campañas e incentivar la participación ciudadana, que se espera supere 50% del padrón.

A su vez, la consejera Karina Vaquera considera que el mayor reto para el árbitro electoral –incluye al Instituto Nacional Electoral (INE), sobre el cual recaen las principales medidas de control y organización del proceso– es actuar con auténtica “imparcialidad”, pero sobre todo con verdadera independencia del IEEM frente a los poderes del gobierno del Estado de México y “frente a cualquier poder”.

Para el analista Bernardo Barranco Villafán, el más trascendente de los diversos factores que están en juego es que si el PRI pierde estos comicios, en términos económicos y no sólo políticos su desaparición es casi un hecho.

“Entonces el PRI se está jugando su existencia en esta elección, más que en la de Coahuila; es decir, usando mi otra cachucha (la de experto en religiones), el tono de esta elección para el PRI tiene una tonalidad apocalíptica”, sostiene.

Considera además que la elección mexiquense “será un test” para las presidenciales de 2024, ya que será una “medición de fuerzas” dado el amplio padrón electoral de la entidad, muy cercano, proporcionalmente hablando, a las fuerzas que estarán representadas en la contienda del año entrante.

Otros aspectos destacados por el analista son: que dadas las alianzas electorales en pugna, el siguiente podría ser el primer “gobierno de coalición” en la entidad, y que la campaña de los dos principales bloques se construirá sobre “discursos paralelos, que no se tocan y podrían generar confusión”.

Esto es, en el caso del PRI y su candidata Alejandra del Moral, un discurso centrado en atacar y hasta ridiculizar al presidente Andrés López Obrador y su gobierno –lo que evitaría la crítica directa al gobierno de Alfredo del Mazo–, y el de Delfina Gómez y Morena, señalando las fallas y corrupción de los gobiernos priistas del estado.

Sin embargo, Barranco observa que hasta el momento no queda claro el “proyecto de gobierno” de cada bando, más allá de las descalificaciones mutuas.

Fragmento del reportaje publicado en la edición 2411 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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